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Narración de un testimonio

Hoy tuve una gran y linda sorpresa, cuando Fernanda, una de mis pacientes, trajo un trabajo que le habían pedido a su hija de 17 años, en la escuela. La adolescente decidió narrar en forma resumida la historia de su madre cuando comenzó las sesiones conmigo.

Espero que les guste como a mí... quedé admirado leyendola.

Ana Alzugaray nació en Laprida, Pcia. de Buenos Aires, el 1 de septiembre de 1995.

Actualmente se dedica a escribir.

La historia se trata de una mujer de unos 25 años que se contacta con un psicoanalista para resolver sus problemas traídos de la infancia, más la pérdida de su padre.

Ayer soñé que podía y hoy puedo

Estaba inconsciente, Mía entró a mi consultorio, le señalé el sillón en el que podía sentarse. Era una mujer de unos 25 años y se había contactado conmigo de una forma desesperada, llegó despeinada y desarreglada.

-¿Qué anda pasando?

-Estoy triste, respondió

-¿Cuál es la causa de tu tristeza?

Con lágrimas en los ojos, respondió

-Perdí a mi padre hace seis años y no logro aceptarlo

Hubo silencio

Pensé y me pregunté si la pérdida de un padre es dolorosa, pero tanto tiempo sin aceptarlo?...Puede ser que otra cosa esté pasando. Asique decidí evaluarla más, para tener más información.

-¿Qué es lo que te sucede y qué sentís?

-Desde que él faltó, yo traté de tapar ese dolor con pastillas, pero luego de unos años estaba durmiendo y mi marido despertó al escuchar que hablaba con mi papá, que lo hacía con los ojos abiertos y lloraba. Luego las cosas empezaron a ser cada vez peor, me perdía y quedaba en schock.

-¿Siempre te pasa esto?

Mía levantó la cabeza y me miró, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras trataba de hablar, de pronto se tapó la cara y su llanto fue angustiante.

Permanecí en silencio para darle un tiempo en el que pudiera calmarse y respirar.

-¿Por qué ese llanto de angustia? Pregunté

-Porque vengo tantos años así que ya estoy cansada.

Silencio

-Mira Mía, la vida a veces nos parece injusta, pero como nos quita también nos da. Las personas que se van, es porque están listas para hacerlo, ellas no mueren porque su amor queda en nosotros, solo dejan el cuerpo que ya está cansado y gastado.

Decidí dejar la sesión para que analizara todo lo que sentía y pasaba en su mente, y así también yo, poder pensar en este caso y poder sacarla adelante.

Por lo que noté, la causa no era solo la falta de su padre, sino también sobre su autoestima muy baja y debía recalcar muchas cosas sobre ella que aún no había podido ver.

Llegó la segunda sesión, Mía vino distinta, en su mirada se veía que no sentía tanto dolor, estaba un poco mejor que en el primer encuentro.

-¿Cómo te sentís? Le pregunté.

-La verdad es que pensé mucho sobre lo que me dijiste de las personas y tenés mucha razón, solo que a veces no me siento a gusto conmigo misma, siento que nadie me quiere y a veces suelo ser algo rara para las personas que no me conocen.

-Hija, en tu niñez, ¿algún integrante de tu familia te desvalorizaba?

Ella agachó la cabeza, de sus ojos cayeron unas lágrimas, empezó nuevamente la angustia a invadirla y respondió.

-Hasta la adultez sentí falta de afecto y contención de mi mamá.

-Mía, sos producto y consecuencia de una niñez que ya no podemos remediar, pero a partir de hoy te doy las herramientas para que comiences a vivir una vida feliz y entender que todo se puede. No vamos a solucionar el pasado pero sí el presente. Sos fuerte y sé que vos podes.

Mía reaccionó a mis palabras y con una voz insegura dijo:

-Lo he intentado, pero desde hace seis años, el dolor, la tristeza y la angustia me han invadido la fortaleza que alguna vez tuve… doctor ayúdeme.

Decidí pararme a su lado y mirándola fijamente a los ojos, le dije:

-No te engañes, el mejor legado que te dejó tu padre, es su fortaleza, sos una mujer de sentimientos muy puros.

Ella empezó a ponerse nerviosa, frotaba sus manos y no entendía cuál era el camino a seguir para lograr una vida sin tanto dolor y dijo:

-Hasta el momento sigo sin encontrar respuestas, lo intenté con varias técnicas de autoayuda y ninguna me funcionó. La opresión en mi pecho continúa y no me deja ver lo que realmente soy. Entiendo que todos tenemos una historia y me pregunto a mí misma cómo es que algunos logran salir de situaciones más difíciles que las mías, creo que solo el llanto ha sido mi compañero y aliado.

-Mujer, la respuesta a tus dudas van apareciendo desde tu propio interior, permití quererte, amarte, y aprendé a ver que a tu alrededor hay seres que son dignos de tu amor, no abandones el ser que hay en vos. Salí de ese círculo vicioso para poder ver que te espera una vida diferente y sos capaz de cambiarla, si a partir de hoy poder reconstruír el pasado hasta el presente, dándole una mirada nueva. DESPERTÁ, aun tenés una vida por delante y solo vos sos capaz de construirla.

Asombrada, y pudiendo ver que está en ella la elección de vida, me dijo:

-¿Sabes? Jamás había logrado ver mi vida con ojos de otro color, creo que he dejado dominar mi mente por sentimientos y emociones que han sido una batalla emocional en la cual no podía pelear. Seguramente aparecerán fantasmas, pero yo tengo el control para decirles que no tienen lugar en mí. Desde ahora me propongo entender que la vida es injusta y no voy a encontrar el por qué de muchas cosas de pasen, pero quiero ser feliz.

Mía comenzó a tener otra expectativa de como dejar el pasado para no desperdiciar el presente.

Día a día fue mejorando, siempre en las sesiones le puntualizaba muchas cosas y ahora se siente a gusto con ella misma.

En la última sesión llegó más radiante y arreglada, siendo quien verdaderamente debía ser… pudo encontrase a ella misma.

FIN

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